«MEMORIAS DE UN DESCONOCIDO» TERCERA ENTREGA DEL CAPÍTULO 6

Contaré algunas vivencias, como por ejemplo que cuando venía la juventud me pedían que pusiera música EN EL TOCADISCOS DE MARRAS, CON LOS DISCOS QUE ELLOS TRAÍAN. Por aquel entonces el que estaba de moda era Elvis, pero no se conformaban con que les pusiera música, sino que querían que yo bailara con ellos, pero yo tenía que trabajar, aunque algún baile si me echaba.

Después ya en septiembre solía ir con ellos a las fiestas de Aravaca, Pozuelo y Majadahonda, que por entonces eran mucho más tranquilas que hoy en día, o sea que trabajaba y me divertía al mismo tiempo. Otra cosa, y con ella cierro, es que no había ningún acontecimiento festivo familiar que no los “organizara” Nico.

Seguiría, pero sólo recordar que fueron unos momentos dorados de mi vida. Bueno, voy a hacer una confesión y contar una anécdota. Primero la Anécdota.

Resulta que había un caballo que lo llamaban Ruano, éste animal era muy viejo y lo usaban para principiantes. El picadero era un rectángulo perfecto de unos cien metros de largo, por unos veinticinco de ancho y en el centro tenía una hermosa farola. Todos los caballos, que nunca eran menos de cinco, tenían que hacer el recorrido pegados a la valla que limitaba el recinto y podre Ruano llegaba un momento que la vuelta se la daba a la farola.

Ahora la confesión. Yo tuve un amor profundo pero intensamente platónico. Como quiera que haya pasado mucho tiempo lo voy a revelar. Ese intenso y platónico amor se llamaba Mariví seguí, su sonrisa era tan deliciosa, cuando me decía, hola Nico. Y su carácter tan sereno además, era y deseo que siga siendo una auténtica preciosidad. En mi mente no se borrará esos momentos de placer cuando pensaba en ella. Ésta es la confesión.

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