LA BALLENA ROSA Y EL DELFÍN AZUL (3ª entrega)

Algo hemos dicho de cómo era Lasinco, pero no lo hemos dicho todo, así que diremos de él todo lo que se pueda decir, por terceros en este caso.
Él, y me refiero a Lasinco para no confundir, decía que quería ser como un libro abierto, pero cuando él tenía ese pretensión los libros ya no se leían, o si se leían era por una gran minoría, de ahí lo de gran. Estas minorías puede que llegasen a comprender a Lasinco. Pero si no fue así no fue culpa de él ya que los demás refiriéndose a esas minorías no tenían ni tan siquiera que pasar la página.

Bueno, amiguitos, diréis qué pasa con nuestro gran personaje. Nuestro gran personaje en este caso, ya que se trata de una ballena, y no por ser una ballena da motivo a esta leyenda, sino por su color que, como creo que ya he dicho, es Rosa, valga las mayúsculas ya que dicha flor no merece menos.
Esta ballena, unida a otros personajes y otros seres de la naturaleza, como animales y plantas, fueron los que hicieron feliz a Lasinco el último tercio de su enrevesada vida, valga este término. Pero amigos, más que enrevesada fue otra cosa. Pero dejémoslo en eso, y punto.

Prometo no dejaros más en el suspense y os diré cuáles eran los demás personajes que ayudaron a vivir a aquel anciano, pero nadie desea que ciertas cosas sean llamadas por su verdadero nombre, de ahí el rodeo que tenga que dar. Estos eran los siguientes…

En primer lugar estaban los niños. Al decir, los niños, quiero decir las niñas también. Sobre todo dos que fueron como las niñas de sus ojos. Durante digamos los dos primeros tercios de su vida. Después también, pero corregido y aumentado.

Sigo con el resto de los personajes pero esta vez de corrido, pues van entrando en escena a su debido tiempo. Estos eran tres mujeres, dos pescadores, un delfín azul, los peces, las aves y otros animales y el clima pues él quiso incluirlo porque influyo muy agradablemente en todos estos seres y como no, La Ballena Rosa.

Estos acontecimientos ocurrieron en las rías de aquella ciudadita, cuando los dos marineros venían de faenar en su pequeña embarcación y a lo lejos estaban las tres mujeres mariscando y cuando ya se iban acercando, adonde las mujeres hacían sus tareas, mariscadoras y pescadores se saludaron, eso sí, en voz alta, pronunciando cada uno el nombre de pila de todos ellos.

Al final llegaron a juntarse todos y comentaron como se les había dado las tareas ese día, ya que esto ocurría al final de la jornada. Efectivamente, ninguno se podía quejar ya que habían hecho abundantes capturas, ellas de almejas y berberechos y ellos tenían sus redes llenar de peces. Fue entonces, cuando estaban ya juntos con sus cargamentos camino de la ciudadita y a mitad del recorrido del puente cuando divisaron algo extraño y de pronto se quedaron extasiados, pues el azul del mar se hizo intenso, tan intenso que se confundía con el mismo cielo. Y de ese mar azul surgió, algo extraordinario e indescriptible a los ojos de aquellas mariscadoras y aquellos pescadores. ¿Qué surgió? Surgió la Ballena Rosa con todo su cortejo, precedido por el Delfín Azul y rodeada de peces de todos los colores del arco iris. Dichos peces iban a su alrededor saltando. Entonces las conjunción que se produjo entre la Ballena Rosa, el Delfín Azul abriendo el cortejo y los múltiples colores de los peces. Todo ello produjo tal resplandor y de tanta belleza que hizo que los habitantes de aquella ciudadita salieran de sus casas y se dirigieran a aquel su puente. Y en el estaban todos, absolutamente todos. Los animales que habitaban los campos tampoco se quisieron perder aquel grandioso espectáculo y como no, allí en el mismo centro del puente se encontraba Lasinco acompañado de su estimado Ratiplín, ya que ambos habían sido inseparables durante todo aquel tiempo que se conocieron como ya ha sido explicado. Y así, de esta maravillosa forma fue compensado el ya anciano Lasinco. Eso sí, en compañía de Ratiplín, de todos los habitantes de la ciudadita y los animalitos del campo.

Entonces comprendió aquel anciano que había merecido vivir ya que lo acontecido aquel día y en aquel lugar era una manifestación divina y comprendió que todas sus tribulaciones habían sido compensadas y dio gracias al Creador por haber sentido la verdadera felicidad.
FINAL.

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