«MEMORIAS DE UN DESCONOCIDO» SEGUNDA ENTREGA DEL CAPÍTULO 6

Una tarde coincidió con Pepa Flores, “Marisol”, que tendría unos doce o trece años, y cantó para él y los suyos, y todos los que nos encontrábamos allí.

Canciones preciosas sobre todo flamenco, como las alegrías de Cádiz o los fandangos de Huelva. Cuando se iban a marchar decía lo siguiente: Mariano, tráeme el número de teléfono y ya sabía éste que se refería a la cuenta. En aquel verano vendría Don Poli y su trupe, unas cuatro o seis veces.

Después ya no le volví a ver hasta dos veranos o tres más o menos y ese día nos presentó a su hermano y la esposa de éste, y nos dijo que su hermano era un alto funcionario de la ONU en Suiza. Y esa vez fue la última vez que vi a D. Poli. Yo le guardo un rato recuerdo y un eterno agradecimiento.

En este lugar pasé dos temporadas de verano, de los dieciocho a los veinte, y la verdad es que fueron tan lindos que me gustaría plasmarlos en su totalidad, pero eso es imposible y me limitaré a contar aquellas cosas más simpáticas. Primero voy a decir como era el Latigazo a principios de los sesenta.

Era un pequeño edificio que coronaba la fachada de la finca y las mesas todas de granito, rodeaba el picadero de caballos. Este bonito edificio sólo tenía una barra de bar, un pequeño salón y la cocina que tenía dos niveles, los fogones estaban en el más alto y al lado de la barra había un habitáculo que era donde estaba el tocadiscos, por no tener, no tenía ni servicios, pues había que usar el de las cuadras y no deseo describirlo.

Sólo decir que una noche cuando iba a acompañar a una dama, cuando vio que tenía que atravesar aquel tremendo patio, cogió tranquilamente, se bajo sus bragas e hizo aguas delante de mi, con esto queda todo dicho.

Tenía también en la meseta una especie de pista de baile que según salías te encontrabas en ella. Por la tarde había mucha chiquillería, pero ya más tarde sobre las ocho o nueve de la noche eran chicos y chicas jóvenes. Los Buenaventura, Los Cisneros, los Giménez Díaz, etc.

Es decir, que se juntaban pandas bastantes numerosas. Después por la noche venían los padres a cenar. Lo que quiero decir es que el 90% de la clientela era de la misma Florida, algunos de Casa Quemada y algunos de Madrid pero pocos.

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