Ya no tenía nada
ya nada podía
ya no empujaba
sólo percibía.
Qué quietud espantosa
qué triste melodía
qué fuego en el alma
ya no amanecía.
Sólo recordaba
largas travesías
ilusiones rotas
esa fue su vía.
Caras resignadas
tristeza días y días
ansia en las entrañas
por aquel espejo
eso y más veía.