«MEMORIAS DE UN DESCONOCIDO» PRIMERA ENTREGA DEL CAPÍTULO 33

Cuándo me vi de nuevo en la casilla de salida, recurrí a los contactos que había hecho en la época en la que desarrollé la cadena de supermercados, y la verdad que la mayoría de ellos me respondieron muy correctamente a lo que les solicitaba, que no era otra cosa que información, ya que, mis pretensiones eran la de dedicarme a la intermediación en la compra-venta de supermercados.

Lo primero que hice fue comprar el anuario de la distribución, que costaba cinco mil pesetas. Pero en honor a la verdad fue un instrumento de gran utilidad y de una rentabilidad incalculable, pues hice dos operaciones de envergadura y algunas de menor cuantía.

Por esta época entré en contacto con NEYSA RIOFISA y también I.N.G. ambas compañías, una del sector inmobiliario y la otra del financiero, las dos me nombraron BROKER, con NEISA estuve a punto de cerrar una operación muy importante, se trataba de la compra de un magnífico solar destinado a construir un edificio industrial. Todo estaba perfectamente acordado, el precio era de setecientos millones de los cuales, una parte sería al contado, otra parte en construcción y el resto en dos letras de cambio. Pero el vendedor que era D. Longinos Velasco se saco en el último momento una condición nueva que era la siguiente: que los efectos de cambio tenían que estar avalados por el BANCO. A lo que NEISA se negó rotundamente ya que alegaban que su solvencia estaba reconocida tanto en el mundo inmobiliario como en el financiero por lo tanto no aceptaban dicha condición.

El Sr. Velasco asesorado por un amigo que era consejero del entonces B. Central se mantuvo en su postura exigiendo que los efectos fuesen avalados. Resumiendo que aquella operación que costó unos seis meses girando visitas a la gerencia de urbanismo cada semana se fue al garete por la ignorancia de un consejero de Banco y por la falta de confianza del vendedor. Esta operación me hubiese reportado veintiún millones de las antiguas pesetas.

En esos momentos operaba de una manera autónoma y precisamente estando gestionando todo lo relacionado con el tema anterior conocí a un agente de la propiedad inmobiliaria y a su socio, y llegué a un acuerdo de la siguiente forma: formamos una sociedad privada para captar operaciones de compra-venta de todo tipo de inmuebles así como empresas que quisieran enajenarse. El acuerdo a que habíamos llegado era que el agente ponía la infraestructura que ya tenía incluida una secretaria y la correspondiente oficina con tres despachos y el hábitat de la secretaria desde donde prestaba servicio a los tres, la parte económica se fijó de la siguiente manera: de todos los ingresos que se percibían por comisiones, se harían cuatro partes, dos para el agente, una para el otro compañero, y la cuarta era la que me correspondía a mí. Esto funcionó unos dos años y en ese periodo de tiempo los ingresos que se produjeron, que no fueron pocos, el 80% los proporcioné con mis gestiones.

Solamente voy a contar una por ser muy significativa, había un piso de cuatrocientos m2 en la calle Santa Clara en pleno Madrid de los Austria, lo vendí en sesenta millones, la comisión un millones ochocientas mil mas otro millón que nos dieron los compradores por haberles rebajado cinco millones en el precio. Como los compradores eran dos arquitectos que se dedicaban a comprar este tipo de viviendas y transformarlas en pisos de lujo e íbamos a ser nosotros los que gestionásemos la venta.

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