
El trabajo engloba todas las actividades que ponen los productos y los servicios al alcance de todos los consumidores. Este entramado es lo que forma la economía en general y de este conglomerado que he expuesto así parece fácil, pues se puede decir que no hay cosa más difícil y compleja, ya que todo está interrelacionado rítmicamente y ahora lo estamos comprobando y padeciendo con esta maldita pandemia.
Últimamente, es decir, los últimos siglos, la evolución ha sido trepidante sobre todo en el último, en el que las nuevas tecnologías han ido por delante de la clase trabajadora creando un desequilibrio negativo en muchos sectores que no podían absorber y, por tanto se iba quedando fuera.
En la primera revolución industrial era todo lo contrario, las fábricas absorbían toda la mano de obra de todos los oficios artesanos que había en las ciudades y que estaban clasificadas por sus dedicaciones.
Luego se han ido sucediendo otras revoluciones y que han sido más o menos acompasadas, para que no se produjeran demasiados desequilibrios entre el trabajo el producto y el consumo.
Pero la 5ª revolución que ya está encima, va a incidir en los tres y si no fuera poco, ahí está el virus, que mientras no exista una vacuna con todos sus parabienes científicos y superprobada en seres humanos, no habrá estado de ánimo y fuerza para reactivar esos tres pilares que forman la ECONOMÍA.
También decir que en la edad antigua y en la media, las pandemias contribuían a cambiar los modos de vida que tenían establecido en esos momentos. Eso sí más localizadas, y que los virus no viajaban a la velocidad del sonido como lo hacen hoy. Pero expongo el siguiente ejemplo de lo que pasa hoy: el teletrabajo estaba previsto que se estableciera en el futuro, pero se ha tenido que implantar de prisa y corriendo. Es decir, que se vuelve a la Edad Media, donde los artesanos trabajaban en sus propias casas rodeados de los suyos. ¿Y qué consecuencias tiene este hecho de tener que trabajar en casa? Tiene varias y ninguna positiva. De entrada, hay que reestructurar toda la economía doméstica: esto por parte de trabajadores que se ven afectados.
Después hay otros afectados, que son aquellos negocios de hostelería donde iban esos trabajadores a desayunar o a comer, el menú del día. Todo ello no es nada más que una pincelada de los prejuicios que puede causar éste, una y mil veces repetido maldito virus. Y por encontrar algo “positivo” es que al no tener que usar el coche para ir al trabajo, se ha reducido la contaminación.
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