UN SUEÑO (primera parte)

Este sueño lo tuvo Ratiplín en aquel pueblecito de gentes sencillas, que le acogieron y le soportaron durante una etapa difícil de su vida, eso sí, no dejo nunca de ser una persona agradecida, pues como él decía: “Yo nunca pregunté el porqué”, y no precisamente porque no le interesaran las cosas, no, sino porque comprendió su limitación de entendimiento.

En este caso se trataría de la de un sueño reciente. Este sueño fue tan reconfortante como prometedor, pero antes fue otra cosa, ya que al despertar ese día fue como si hubiese encontrado la razón para seguir luchando, dicho en el más coloquial de los lenguajes, me refiero a lo de invertir mi energía o quizás, la energía que está en mi o sencillamente la energía.

Considerando que lo que debo hacer es relatar ese prometedor sueño antes de nada, ya que si no podría embadurnar el deseo y quizás obligación como es, repito este gran relato y no precisamente por el relato en sí.

Este sueño que inmediatamente paso a escribir lo he gozado (siempre por supuesto que me olvidé de la primera parte, pero a la hora de relatarlo pondré todo mi empeño en que nada se quede dentro) en la noche del seis al siete de diciembre de 1984.

Me encontraba en un lugar grande, este lugar no podría definirlo ni como todo un interior, ni como todo un exterior pues eran eso. Ni una cosa ni la otra, pero lo que sí creo que era un lugar grande, este indefinible al menos por mi parte, el lugar se encontraba en un estado de conservación muy crítico diría yo, ya que hablo de un sueño, pues si hablara sobre algo en estado de vigilia, mi expresión sería otra, pues todas las edificaciones que eran como especies de galerías y como grandes estructuras, no puedo precisar de qué eran dichas estructuras, pero quiero recordar y lo deseo, de que eran de maderas.

Allí, en ese sitio, por así decirlo me encontré pero no solo, no. Sino que yo formaba parte de una gran muchedumbre, lo que algunas veces se dice un gran gentío. La gente se movía de un sitio a otro como si aquello fuese un lugar normal o habitual, la verdad que me encontré allí como he dicho, pero lo que no he dicho aún es que para mi existió desde el mismo instante en que mi sueño pudo entrar en mi memoria una sensación tan extraña, por incómoda, como angustiosa, pero aún así hubo una resignada adaptabilidad a aquel medio aunque sin dejar de reconocer que aquello era tétrico, iba a decir. Lo rectifico ya que no sería justo, pues el gentío que allí había transitaba con una total adaptabilidad, dicho de otro modo, gentío y crítico, “tétrico” estado de todo aquel lugar o sitio parecían como lo más normal, el transitar entre aquellas mastodónticas estructuras que sobresalían, por no decir, que estorbaban por todos los espacios.

Ante todo aquel estado y en aquellas circunstancias no me era fácil reaccionar y sobre todo teniendo en cuenta que mis reacciones estaban ya condicionadas de antemano, pero aún así, parecía como si la fuerza que me había hecho entrar en todo aquello hubiese dejado un resquicio a mi voluntad. Digo esto porque pienso que aparte de haber soñado creo que fui un poco al menos observador de mi propio sueño, esto que acabo de decir puede que parezca una herejía en el campo del psicoanálisis, cosa que no sé, pero aún si lo fuera sólo estoy escribiendo lo que soñé y observé y que ambas fueron creo que al mismo tiempo, pero eso sí mucho más de lo uno que de lo otro.
Ahora después de haber intentado describir un estado y una circunstancia sin haber entrado en absoluto en su o sus causas, pues si no los psicoanalistas se enfadarían mucho más y con razón. Cosa que no pretendo en absoluto.

Quede esto último bien patente con mi máximo respeto a todos los profesionales y ocupaciones y muy en particular en este caso que nos ocupa para la de psicoanalista, ya que según tengo entendido hay tanta profundidad en su ejercicio, que llega hasta la misma puerta del espíritu del individuo. Intentaré describir también los hechos, es decir lo que ocurrió en aquel estado y en aquella circunstancia.

Resulta que de repente, se empezó a notar un desagradable viento, pero este desagradable viento no era percibido por aquel gentío, eso al menos es lo que a mí me pareció, tanto fue así que seguí caminando e inclusive adentrándome en todo aquel crítico y mastodóntico entramado y que ya ha quedado si no descrito, si intencionado y en mi intención uno de los adjetivos más a propósito, es el de mastodóntico.

A medida que iba pasando los segundos, aquel viento se enfurecía, pero antes de llegar al primer y triste desenlace debo decir algo que realmente no puedo dar explicación. No cuento el desenlace triste y después sigo con lo inexplicable para mí, pues pienso que encaja mejor entre el ya repetido triste desenlace y la más pura esperanza, como al final de este recordado sueño.

El ya terrible viento hacia que todo aquel o aquello se tambalease cuando empezó a apoderarse de mí un triste pánico, debo decir al respecto que mi pánico era sólo por mí. Esto aún dándome vergüenza y tristeza hoy y ahora cuando escribo y en pleno estado de vigilia, pues acabo de levantarme de la cama después de haber dormido unas seis horas, eso sí plenamente y doy gracias por ello. Pero así era y así le confieso y como he dicho tristemente me avergüenzo.

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