«MEMORIAS DE UN DESCONOCIDO» SEGUNDA ENTREGA DEL CAPÍTULO 25

Los locales que adquirimos estaban entre los 600 y 1000 m2, con las características adecuadas a las necesidades de un supermercado, es decir: que fuera totalmente diáfano, y que, estuviera ubicado en la zona de expansión de la ciudad, para toda esta operativa contaba con un colaborador directo que se llamaba Joaquín Marín, él hacía el primer ojeo de aquellos locales que podían ser validos de acuerdo con las características ya expuestas, y tomaba un primer contacto con los propietarios, una vez recabada esta información nos íbamos ambos al correspondiente lugar, y después de verlos todos seleccionábamos el que reunía las mejores condiciones de acuerdo a nuestros exigencias como era lógico.

A partir de aquí empezábamos a negociar la compra-venta en este punto procuraba sacar el mejor precio, y además conseguía una rebaja posterior, pues mi colaborador cuando tomaba el primer contacto con los propietarios se presentaba como agente de una agencia inmobiliaria de Madrid y pactaba con ellos una comisión del 3% el cual se convertía en menos precio en la compra del local elegido.

Sobre el particular, sólo hubo un pequeño problema en la ciudad de Soria, pues el local que había sido elegido y el cual compramos era en los bajos de un edificio de pisos que habían construido los propios usuarios de dichos pisos. Estos señores a su vez eran los delegados de la provincia de casi todos los ministerios de la época, también había delegados que no eran oficiales, como por ejemplo, de las distintas marcas de vehículos a motor como por ejemplo RENAULT cito este porque forma parte del comité de propietarios con el cual negocié la compra del local en cuestión.

Después de algunas semanas ya con las obras de reformas iniciadas giramos una para ver como se desarrollaban las mismas y aprovechar para cobrar la comisión que mi colaborador había pactado con ellos, el subió al piso del delegado de RENAULT que era donde se reunían durante la negociación de la compra-venta, y cuál no sería mi sorpresa cuando me dice que no le dan nada, con esas le digo vamos a subir los dos. Lo hicimos y una vez acomodados y con una copa de coñac francés en mi mano les dije: señores ese dinero lo voy a gastar en las fiestas del Pilar en Zaragoza, ya que empiezan mañana y nos dirigimos allí, la verdad es que dije algo poco reproducible, pero que obtuvo el efecto deseado, para quedar como caballeros y bajar con el talón de 250.000 ptas. que era nuestro objetivo.

En el ascensor cuando bajábamos el amigo Marín, que era un buen taurino y que en la intimidad me llamaba compadre, me dijo: compadre ni Paco Camino.

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