«MEMORIAS DE UN DESCONOCIDO» SEGUNDA ENTREGA DEL CAPÍTULO 2

Esa fue mi primera experiencia como colegial. Las que voy a relatar a continuación no se parecen en nada en cuanto a violencia se refiere pero si puedo afirmar que fueron auténticos desastres, salvo dos excepciones que comentaré en su momento.

Continúo con el mismo grupo escolar de la calle Hornillo. Me pasaron a una clase, el maestro se llamaba D. Carlos y le recuerdo algo mayor que el amigo íntimo de mi padre. Era un hombre con gafas. Muy normal y puedo decir que algo aprendí, como por ejemplo a leer. Recuerdo un libro titulado “Lectura de Oro” y para mí fue magnífico. Sólo teníamos un ejemplar para toda la clase. D. Carlos nos reunía a ocho o diez alumnos, nos poníamos en círculo y nos lo íbamos pasando leyendo y practicando por turno la lectura que él nos indicaba y que nos correspondía. Este libro no podía tener mejor título, quedaron en mi mente bellos recuerdos, por ejemplo, un capítulo en el cual aparecía una ilustración donde se representaba una gran mansión y detrás de las puertas de rejas historiadas se veía una persona de aspecto enjuto y colgando de las rejas un cartel en el que podía leerse: “Esta mansión le corresponderá a la persona más feliz del mundo”.

En la misma ilustración se veía delante de la cancela otra figura, ésta con aspecto de “milloneti”, con una gran panza y un cigarro puro en la boca, diciendo: “Vengo a tomar posesión de esta mansión porque soy el hombre más feliz del mundo”. Entonces, la enjuta figura del hombre desde el interior de la vivienda, le contestaba que estaba equivocado, que si realmente era el hombre más feliz del mundo no necesitaba aquella gran mansión. De ahí la famosa frase de que no es más rico el que más tiene sino el que menos necesita.

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