«MEMORIAS DE UN DESCONOCIDO» SEGUNDA ENTREGA DEL CAPÍTULO 17

¿Cómo eran las farmacias en aquellos momentos? Pues diría que eran muy parecidas a las que hay ahora, pues estaban regentadas por mujeres y asistidas también por ellas aunque hay que reconocer que son establecimientos de mucho prestigio. El laboratorio en el que yo trabajaba tuvo una estrategia negativa, en el sentido de no reconocer la diferencia entre una farmacia y un establecimiento de cualquier ramo. Explico por qué, cuando salieron los famosos potitos, fue mi laboratorio el primero que los comercializó y hasta que otros laboratorios lo empezaron a comercializar, pasó bastante tiempo y se aprovechó para actuar como “monopolio” no haciendo distinción entre las farmacias y el resto de tiendas, sobretodo de alimentación y supermercados, estos dos tipos de establecimientos, normalmente tienen políticas muy distintas de las farmacias y de ahí el incómodo de estas últimas, pues resultaba que los precios eran más bajos en los establecimientos no farmacéuticos, cosa que no olvidaron los propios licenciados que cuando el primer laboratorio lanzó al mercado sus potitos y lo hizo con una mejor estrategia, ya que sacó dos marcas muy diferenciadas una dirigidas solo a farmacias y otra para las tiendas de alimentación y supermercados y a partir de esos momentos, colocar un expositor de nuestros potitos era obra de titanes. Voy a contar una vivencia que me pasó estando una tarde en una farmacia y cuando ya había terminado de mis obligaciones y hablaba con la auxiliar entra una señora, con su hijo de unos tres o cuatro años, toda llorando porque el niño se había atragantado con un trozo de colín que se estaba comiendo, la mujer recurrió a lo más cerca que tenía para solicitar ayuda y lo único, que se me ocurrió hacer es coger a la madre con su hijo, subirlos al coche y llevarlos al Hospital del Niño Jesús. Y fue milagroso porque en el trayecto se fue reblandeciendo el trozo de colín y el niño se había recuperado del todo. Cuando lo reconoció el médico que lo atendió, la madre no sabía, como agradecerme el gesto que había tenido con ella pero sobretodo con su hijito.

Yo por aquel entonces tenía novia, después del accidente y como consecuencia del mismo conocí a Raquel, ella era enfermera y estaba haciendo la especialidad de matrona, en la escuela que tenían en la maternidad de Santa Cristina, cuando ella terminó su especialización, yo haría dos años que trabajaba en la empresa y como estaba contento por mi parte, así como lo estaban conmigo sobre todo, mi jefe directo el Sr. Lorenzo y además mis ingresos no estaban nada mal, ante todas estas circunstancias decidimos casarnos, y así lo hicimos unos meses después, en la iglesia de San Nicolás de la ciudad de Burgos. Todo fue normal, hasta que tres meses después, en Barcelona se cambió toda la cúpula directiva, lo mismo sucedió en Madrid, así que a mí me toco más de lo mismo, sólo que esta vez el panorama, era completamente distinto ya no era yo solo, tenía una mujer y una hija en camino.

Dicen que Dios aprieta pero no ahoga.

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