Después de comer y hacer la sobremesa con aquellas deliciosas criaturas, me despedí de ellas y cogí mi Dos Caballos y me fui a Betanzos que como dije estaba muy cerquita, una vez allí, hice mi trabajo de una manera más concreta ya que los corresponsales, eran propietarios de quioscos y también de papelerías-librerías.
Mi tarjeta de presentación eran siempre las revistas ya mencionadas y en algunas ocasiones, hacia uso de la acreditación de prensa que me habían facilitado, para ayudarme en la labor que tenía que realizar.
En todo el tiempo que duró este maravilloso trabajo, tuve la oportunidad de conocer toda la provincia de la Coruña, sus pueblos importantes así como sus más remotas aldeas. Estoy “seguro” que mi Dos Caballos fue, el primer coche que paso por alguna de ellas. He de reconocer que en todos los lugares fui tratado, con mucho respeto y con adecuada deferencia.
Antes de entrar en lo más importante, que me paso en esta maravillosa experiencia, y a titulo de resumen, comentaré o siguiente. Resulta que ya un viernes por la tarde, entró en un pueblo costero que tenía un muro muy bajo que bordeaba todo el pueblo y a su vez dicho murete, estaba ocupado de chicas, en seguida me di cuenta que en aquel pueblo estaban con sus fiestas patronales, los chicos que también había muchos, estaban en los bares y deje mi coche al principio del lugar, y el pequeño hotel, que lo había, estaba al final de donde yo había aparcado, lo que quiero decir es que tuve que recorrer todo el murete donde había, cientos de jóvenes sentadas.
Después de entrar en el hotel, y relajarme un poco así como asearme. Salí a la calle con la intención de “integrarme”, en aquel ambiente. De alguna manera, lo conseguí me acerque a un grupito de chicas y les dije quien era yo y que hacia allí mostrándoles mi carne de prensa y además les di varias revistar de las muchas que llevaba en mi Dos Caballos.