Mi tío Manolo.
Fue el que confundí en mis primeros recuerdos en el patio, sentadito en mi manta, con el tío abuelo Rafael, hermano de mi abuelo y que estaba en el asilo por las razones que ya expliqué anteriormente.
Resulta que por aquel entonces mi tío Manolo trabajaba en ese mismo asilo, pues todavía no existía la panadería. Después de ese periodo se colocó en una tienda-taller de neumáticos para coches y al cabo de cierto tiempo se casó con una chica que se llamaba Encarna. Ella tenía un quiosco en la plaza del ayuntamiento y vendía un poco de todo: chucherías, tabaco, etc. También cambiaba novelas de las que se leían en aquella época.
Tuvieron dos hijos: Manolo y Nicolás y vivieron en una casita nueva que había construido el ayuntamiento. El mayor, Manolo, se hizo municipal y bombero y el pequeño estudió y aprendió peluquería en Sevilla. Llegó a poner -cuando terminó su formación profesional- una peluquería en plena calle principal. Su madre gano mucho dinerito con los dos quioscos, pues al morir su padre, heredó el quiosco paterno y los dos estaban muy bien ubicados. La pena es que el padre de los niños y esposo de Encarna no pudo ver como sus hijos prosperaron, Murió cuando eran aún pequeños. En esa trágica fecha yo ya vivía en Madrid, fui con mi madre a verle y pudimos así darle nuestro último adiós.
El tío Juan.
A él ya me he referido bastante pero escribiré alguna cosa más para ser lo más justo posible. Fue mi padrino de bautismo cuando todavía estaba soltero. Después de casarse se fueron a vivir a la plaza de la Mercé. Recuerdo que una vez en mi cumpleaños me invitaron a comer. Recuerdo también la comida que prepararon: una sopa de tomate -muy andaluza ésta- y un huevo frito majestuoso, pues venía solo en el centro del plato o sea que no traía las correspondientes patatas fritas, pero claro eran otros tiempos.
De momento no voy a decir nada más del tío Juan, sólo una cosa más; también se vino a vivir a la casa familiar cuando murió uno de los dos hermanos que vivían y ella se fue con unos familiares que la acogieron pues ambos eran muy mayores. Más adelante volveré a referirme al tío Juan.