Hemos de reconocer que el lenguaje taurino es muy rico y tiene muchísimas aplicaciones en la vida cotidiana.
Un ejemplo: cuando el torero hace una buena faena y además una buenísima lidia, lo que recibe del público que llena los tendidos, no es otra cosa que emocionados aplausos. Pero en la misma plaza con el mismo público otro torero lo que hace es desperdiciar un gran toro sin sacarle ninguna faena y además la lidia que le hace es desastrosa ¿Qué es lo que recibe? Pitos y más pitos.
No podrán los defensores de lo puro en política, que una circunstancia como es la celebración de una corrida de toros, es un acto trascendente, ya que en ese acto tres hombres se juegan la vida cada tarde que torean.
No es por comparar pero es en lo único que se puede hacer. Me refiero a un desfile militar, con una corrida de toros, ya que los protagonistas de ambos eventos, como son los políticos y los toreros, van vestidos unos de galas y otros de luces.
Hay una diferencia entre unos y otros: los toreros exponen su vida durante toda una temporada taurina y los políticos solo exponen su prestigio durante unas pocas horas, que son las que dura el desfile.
Los políticos al igual que los toreros recogen su fruto en ese corto acto en forma de aplausos si su gestión es y ha sido buena, y si ha sido mala o malísima lo que recogen son pitos y más pitos hasta que se les contraen las mandíbulas.
Hay políticos que no es que les piten, no, sino que les resulta más cómodo no asistir al desfile y quedarse agustito en la cama; por lo tanto, aunque solo sea una vez al año les resulta un auténtico rollazo.
Un vago de siete suelas, los encuentras en todos los mundos, en el de la política también. Lo de rollazo se sale del mundo taurino, queda aclarado.
EL LIBRO LAS MIL Y UNA REFLEXIONES
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La segunda, tener un libro de Mil Y UNA REFLEXIONES, que aunque no sea alta FILOSOFÍA, sí es la filosofía de la vida, que nos está tocando vivir, en estos tiempos de enorme competencia.
