Voy a contar una pequeña historia sobre el virus COVID-19 que me ha pasado a mí personalmente. Resulta que todavía en el mes de marzo cuando las autoridades decían que no era necesarias las mascarillas, nada más para aquellas personas que estuviesen ya infectadas. Este mensaje recomendación, caló de tal forma en la población que voy a poner el siguiente ejemplo.
Resulta que efectivamente en esos momentos, no había mascarillas en ninguna parte, pero eso no es óbice para engañar a esa población que he aludido, pero si el mensaje hubiera sido el de la verdad y se le hubiera recomendado a todo el mundo que se hubiese agenciado o fabricado su propia mascarilla, y también al mismo tiempo, movilizar, sin perder ni un solo minuto, que todos los medios de producción textil se pudieran a fabricar mascarillas, habría como las hay hoy hasta en las tiendas de todo a cien.
La verdad, es siempre más práctica que la mentira aunque a veces, es una verdad cruel y cuando el peligro es eminente no puedes andar, con paños calientes, porque los hechos son los que son y quitar razones y más cuando lo que está en juego, son vidas humanas y también está en juego la supervivencia de las personas. Tenga mucho cuidado con estas cosas tan serias, lo digo a los que por voluntad propia dirigen, nuestros destinos.
Ahora, hago una sugerencia que va en contra de utilizar paños calientes ya que la situación si no se ha ido de las manos estará a punto de hacerlo, si no se pone remedio y como dice el refrán: a grandes males, grandes remedios y éste sería: el meter el miedo en el cuerpo, sobre todo a la población joven.
Como: todos los ayuntamientos de ciudades y pueblos de España tendrían la megafonía adecuada para comunicar el peligro que corre su población haciendo determinadas cosas. Esto es posible ya que existen los medios para ello.
Ahora como he dicho en principio voy a comentar la vivencia particular que tuve a cuenta de la mascarilla. Resulta, que a mediados de marzo no se podían comprar, de ningún modo una mascarilla, pero no había problema ya que nuestros dirigentes seguían con el mismo argumento de paños calientes diciéndonos que no hacían falta, que sólo eran para las personas que estaban infectadas pues esas mismas personas, son las que ahora te ponen una multa si no la llevas puesta -paradojas de la vida-.
Afortunadamente, no hice caso y nos agenciamos mi esposa y yo una cada uno. No fue fácil, eso creía yo porque una de las sobrinas de mi esposa y su marido son ambos médicos dentistas y además tienen su propia clínica. Entonces digo a mi esposa que llame a su sobrina y que nos facilite dos mascarillas.
Es aquí donde se aprecia que el mensaje de las autoridades ha calado ya que la sobrina de mi esposa informa a su tía de que las mascarillas no son necesarias. Viendo como se desarrollaba la conversación, pedí que me pasara el auricular y poder hablar, con su sobrina.
Yo sólo le dije que la función de la mascarilla es doble de una parte no infecta y de otra no ser infectado, o sea que una misma barrera sirve para ambas cosas.
Este argumento la convenció y tuvimos mascarillas, mi esposa y yo a mediados de marzo cuando aún, era imposible tenerlas.
Ahora muy breve cuento una pequeña anécdota, no de un médico, sino una persona anónima.
Resulta que salgo a comprar el pan, a la tiendecita de la esquina y una señora que coincidía, se salió rápidamente al verme con la mascarilla puesta, o sea que también había calado en los paños CALIENTES.