Hay personas que todo les sale bien, si emprenden algo lo apoyan todo su entorno, si compran un coche le sale magnífico y así un largo etcétera -hasta le ríen los chistes-. Claro que ése es su destino y ante esas circunstancias ya pueden hasta fracasar -que no suelen- el destino siempre les echará una mano, o sea que pueden vivir tranquilos que hasta en las peores circunstancias siempre vendrá alguien a echarles esa mano salvavidas.

Esa es una cara de la moneda, la otra ya se la pueden imaginar. Es la de la persona que ya de entrada tiene que hacer frente a ese entorno que se hacía cargo de las posibles circunstancias negativas ante cualquier error que pudiera cometer. Ahora, es todo lo contrario, que lo primero que de ese entorno -ese ya te lo decía yo- y esta frase es sin el más mínimo de piedad y aunque muestre que no estás equivocado, es un esfuerzo ímprobo el que tiene que realizar que a veces tiene que renunciar a cosas que sabes que son perfectamente realizables, pero el esfuerzo mental que ha de hacer le plantea si merece la pena seguir adelante.

Así se escribe la historia de todas las personas que lo tuvieron todo en contra por incomprensión de otras personas que deberían apoyarlo para tener más fácil el objetivo, que no es otro que crear algo.
Ese algo siempre se traduce en riqueza a pequeña escala o a gran escala. Lo que quiere decir que cuando una persona tiene iniciativa, salvo que éstas sean disparatadas a priori hay que apoyarlas y si se puede ayudarlas, de esa manera se está haciendo sociedad que a fin de cuentas es lo que somos todos. Por tanto todo aquello que es positivo tiene una buena incidencia en las personas.
Y según un principio, los aleteos de una mariposa tienen repercusión en los cinco continentes. O sea que nada es imprescindible pero aunque sea un simple sumando o un gran sumando, estamos obligados a despejar la ecuación sobre todo si hay nobleza en despejarla.