LA PARADOJA Y LA UTOPÍA

Existe una complejidad en el mundo que algo tan natural como es vivir o morir esté lleno de complicaciones.

Esas complicaciones vienen dadas por el pobre conocimiento que tenemos de la vida real ya que venimos a ella con la idea de ser único sin más preocupación y de que todo gire a nuestro alrededor. Eso ya lo percibe el feto en el vientre de su madre.

O sea que nuestro egoísmo viene de origen y salvo honrosas excepciones que señalaremos, los demás soñaremos con la vida regalada. Y es aquí donde surge la primera paradoja: como por ejemplo seguir los mejores consejos para al menos no ir tropezando de manera inequívoca hacia lo peor, cuando puedes ir también hacia lo mejor.

De lo que si estás obligado es a saber elegir aunque esto es lo más difícil y también es lo más importante para no caer en las garras de vendedores de crecepelo desaprensivos.
Considero que lo mejor que le puede pasar al ser humano sea hombre o mujer es recibir una educación de calidad, donde primen las mejores excelencias de los mejores conocimientos, todos desde la sensibilidad, para que el numero uno dé el valor a todos los ceros del saber.

La pena es que no hay saber suficiente para remediar tantos problemas de todo tipo que existen en el mundo, que sería imposible enumerar.

Cuando se piensa que en un punto del universo estamos todos mezclados como en una coctelera que aunque esto parezca una atroz exageración no lo es, ya que ese punto del universo existen miles de millones de seres humanos de distintas razas infinidades de especies animales y por supuesto muchísimas religiones, todas ellas únicas para sus devotos practicantes.

¿Cómo es la organización en esa coctelera infinita? Nacemos sin saber donde lo vamos a hacer y aquí juega una baza muy importante el destino, ya que según el continente puedes hacerlo de una u otra raza y dentro de esas posibilidades también puedes hacerlo en los dos continentes preferidos, como son: Europa y América del Norte.

Pero no queda ahí sino que el destino también interviene de tal forma que puedes ver la luz en una casa súper-acomodada o medio-acomodada o simplemente en una chabola. En función de estas circunstancias proporcionadas por el ínclito y desconocido destino será todo el resto de nuestras vidas a no ser que cambiaran las circunstancias, pero éstas si lo hacen, serán siempre con el visto bueno del destino de cada cual.

Lo que digo o trato de decir es que si somos tan poco dueños de nosotros mismos y de lo poco que somos lo dedicamos a jorobarnos, haciéndonos la vida lo menos grata posible porque de esa manera creemos que nos estamos favoreciendo. Siendo esto la gran paradoja ya que como se ha dicho estamos todos dentro de esa infinita gran coctelera. Visto lo visto de utopía mejor no hablar.


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