En este caso voy a concentrar toda la maldad en el pequeño NAPOLEÓN, como es el Ministro de Asuntos Exteriores, ya que su actividad como ministro de España —nada más y nada menos que de Exteriores—, por complacer a su jefe y estafador político, es capaz de decir de España que somos unos desalmados que fuimos a América a jorobar a la gente.
¿Se ha preguntado el pequeño Napoleón qué sería hoy de los habitantes de aquella región si España no los hubiera descubierto? Concretamente, MÉXICO estaría aún con su corriente taparrabos y, lo que es peor, comiéndose unos a otros, ya que eran CANÍBALES.
Lo que sí puedo asegurarle al pequeño NAPOLEÓN, Ministro de la cosa, es que si España tuviese hoy el control de esas tierras de MÉXICO, seguramente no tendrían el nivel de criminalidad que tienen actualmente. Tampoco tendrían CATEDRALES ni UNIVERSIDADES, así como tampoco ningún sistema moderno, como los eléctricos o hidráulicos, y, sobre todo, no podrían competir en los mercados internacionales como lo hacen hoy.
Lo que sigue teniendo MÉXICO es algo que se asemeja a lo que existía cuando llegó Hernán Cortés: se mataban unos a otros y, además, se comían entre sí. Este canibalismo, quiero entender, ya no existe hoy, pero sí una inseguridad apabullante, con miles de muertos y desaparecidos por ajustes de cuentas de los narcotraficantes, que no son los que ejecutan esas muertes y desapariciones, pues para esa macabra tarea tienen sus correspondientes SICARIOS.
Señor ministro, por su estatura se le permite que usted sea, como decía JOSÉ MARÍA GARCÍA, un “abrazafarolas”, y siendo usted tan pequeño, no podrá hacer daño a ninguna de ellas.
Señor ministro de Exteriores, aparte de ser un personaje insignificante, es también un buen tarugo, pues se supone que para llegar a ministro alguna virtud tendría que tener. Pero usted, como he dicho, es tan tarugo que se ha creído la leyenda negra que otros países europeos crearon por pura envidia, cuando lo que hizo España, en principio, fue descubrir un continente.
En el caso de MÉXICO, fue una magna labor, pues en principio se liberó a la mayor parte de aquella población que era sacrificada y además practicaba el canibalismo.
Mire, es usted tan tarugo que no se ha leído ninguna obra sobre el Imperio español en América escrita por historiadores de gran prestigio. Por lo tanto, señor ministro, no le daría ni el puesto de bedel en su propio MINISTERIO.
Señor ministro, si es usted español, no lo parece, ya que admitir lo que usted admite sobre nuestra querida España —como decía Juanito Valderrama en su copla del Emigrante— es indigno. Y me atrevo a decir que todos los bedeles de su ministerio, ninguno de ellos haría nada parecido a lo que hace usted, que no es otra cosa que denigrarla.
Señor ministro, me da auténtica pena que haya ministros como usted, y además nada más y nada menos que en Asuntos Exteriores, donde se debe representar a España con la dignidad que nos merece por la GESTA que solo España ha realizado por la HUMANIDAD EN TODO EL MUNDO.
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