Cuando nacemos, en el mismo envoltorio viene la conciencia, para que en la medida que vamos creciendo y evolucionando, la usemos de acuerdo a su finalidad que no es otra, que hacer de filtro para distinguir el bien y el mal.

Evidentemente hay un proceso de aprendizaje que dura desde que nacemos hasta que somos totalmente adultos y no es que finalice ahí, no, ese proceso dura hasta que llegamos a nuestros últimos días.

De ese aprendizaje dependerá de cómo uses la conciencia que has recibido al nacer. Aquí, juega su baza el destino, es decir: si has tenido la suerte de tener buenos maestros en todos los órdenes de la vida o si por el contrario, la suerte no te ha favorecido y has topado con indeseables dogmáticos que no ven y no saben distinguir el grano de la paja.

Así comprenderán, la importancia que tiene la educación en los seres humanos. Sin ella, es muy difícil que la persona haga un uso correcto de la conciencia que le ha sido dada, porque sin conocer no puedes elegir y para elegir hace falta conocer.

Este círculo vicioso solo se puede romper, lo digo una vez más, con la buena educación al decir buena quiero decir: que esté basada en nobles principios, grandes valores y que la excelencia prime en todos los planteamientos.

Cuando se dan todas estas circunstancias es cuando el ser humano hace uso de la conciencia, con buena voluntad de distinguir el bien del mal y se queda con el bien.

LA CONCIENCIA NOS VIENE DADA PERO LA VOLUNTAD ES NUESTRA.

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