Los distintos útiles de intercambio de la humanidad han sido los siguientes:
Trueque: Fue el primero -sin remontarme a la prehistoria-. En el trueque se intercambiaban cosas, objetos, mercancías, etc. por otras cosas similares: objetos, mercancías,…
Sal: Después cambiaron sal, de ahí proviene el vocablo “salario”.
Moneda: Más adelante creo que fue la llamada moneda rústica, fabricada en distintos metales no muy nobles. Continuó la moneda cada vez más perfeccionada y con aleación noble.
Pagarés, letras de cambio y papel moneda: los pagarés y las letras de cambio fueron perfilándose hasta casi nuestros días. Y por fin pasamos al papel moneda. Sobre estos últimos instrumentos hay que decir que en teoría estaban “respaldados” por un contravalor como era el material más apreciado en estos momentos: el oro.
De esta forma hemos vivido siglos hasta que llegó un momento que no era viable el sistema. ¿Qué pasó? Que se reunieron los países más poderosos de nuestro globo terráqueo y tomaron la decisión de crear la DIVISA. Y aquí estamos, lo que no sé es por cuánto tiempo. Con este sistema, que no tiene ningún contravalo material se ha llegado a la CRISIS que padece la humanidad en todo el mundo, incluso en los países súper-desarrollados.
¿Cuál es la solución? Lo que es evidente es que el actual sistema, por mucho que los expertos se reúnan y apliquen doctrinas, no funciona, no sirve. Así como se ha ido cambiando a lo largo de la historia los modelos útiles, sin remisión hay que crear algo nuevo para que la humanidad pueda seguir su evolución.
Entonces, como he insinuado, se recurre al famoso grupo de “Expertos”, que es quién lo arregla todo. Perdonen por la broma.
Yo me hago ciertas preguntas, me lo van a permitir. La primera es que como es posible que con los medios de producción que hoy existen haya carencias, no ya en los países pobres, sino que dichas carencias existen también en los países ricos. Esto ya es la primera contradicción. Se me podría explicar que los recursos materiales no son infinitos, eso es bien cierto. Pero tengo un reparo. Por ejemplo, las nuevas materias primas, que todos los días se descubren y que se utilizan precisamente para una mayor y mejor producción. No voy a entrar en la distribución de esos bienes. Lo que sí puedo decir es que es un auténtico desastre su reparto.
Y de la tecnología ¿Qué se puede decir? Pues que es apabullante. Para una persona como yo, que ha cumplido ya setenta años y que ha visto hileras de burros con sus correspondientes serones cargados de arena o sal, por citar un ejemplo.
¿No es ésta otra contradicción? Qué duda cabe que en esos tiempos no se vivía mejor pero puedo asegurar que no existían las llamadas CRISIS, sobre todo como la que se está padeciendo en nuestro país y casi en el resto del mundo. ¿Podríamos denominarla como la crisis de la abundancia? Pues no, porque cada vez hay más hambre en todo el mundo, incluidos -como ya he comentado anteriormente- en los países ricos.
Vuelvo al sistema de divisas, caducado ya, pues permite que ganes dinero con el propio dinero.
Así es como está montado todo este “tinglado” y no puedo enumerar los intereses que giran a su alrededor.
Lo que sí puedo afirmar es que mientras no cambie el dicho “tinglado” no salimos de una crisis para meternos en otra y siempre serán peores que la anterior y así formar un infernal círculo vicioso.
O sea que estamos eternamente condenados -de ahí lo de infernal-. Yo -por mojarme un poco- expongo una utopía que es la siguiente: que usemos el sentido práctico, no permitiendo que se obtengan ganancias por el mero hecho de ser rico, si no que esas ganancias se obtengan produciendo.
EL LIBRO LAS MIL Y UNA REFLEXIONES
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Ud. debería comprar este libro por dos razones:
La primera, para ayudar a unos niños que, por desgracia, padecen CANCER.
La segunda, tener un libro de Mil Y UNA REFLEXIONES, que aunque no sea alta FILOSOFÍA, sí es la filosofía de la vida, que nos está tocando vivir, en estos tiempos de enorme competencia.