Una persona que trabaja su jornada reglamentaria ha de percibir un salario que le permita vivir él y su familia si es que la tiene, siendo éste un alto ejecutivo o un reponedor en un supermercado. Ambos han de estar convencidos de que realmente son imprescindibles en la cadena productiva, el ejecutivo si quiere comprar una botella de Whisky de malta lo ha podido hacer si el reponedor lo ha colocado en el anaquel correspondiente del lineal.
Este ejemplo sirve para que todo el mundo sepa que somos eslabones de una misma cadena y que dicha cadena es la propia economía donde no sobra nadie, reconociendo que algunos de los eslabones han tenido que ser más templados que otros pero no para que absorba todo el fuego de la fragua.
Lo que quiero decir es que las diferencias de ingresos entre el comprador del whisky y el reponedor, ni es justo, y lo que es peor, tampoco es práctico para la economía. Estamos obligados a producir más y mejor y así crearemos realmente riqueza.
Pero también estamos obligados a distribuir dicha riqueza de tal forma que no haya esas diferencias tan abismales entre el ejecutivo y el reponedor de supermercado.
A la larga, si esto se consiguiera en la realidad, dejaría de ser una bella UTOPÍA.
Confiemos en que ese nuevo capitalismo que van preconizando muchos de los grandes economistas sea la alternativa y el equilibrio entre el producto y el reparto. Que así sea.