Es aquel que vive en el engaño y del engaño y que además está contentísimo de sí mismo, o sea va por la vida probando todo lo que puede y un poco más pero según él creyendo que lo que hace es el puro bien. Qué alguien tenga esta actitud no es que sea corriente pero puede darse el caso. Pues hay personas que solo se rigen contraria a la realidad de las cosas, viendo solo la viga en ojo ajeno.

Estos individuos están perfectamente definidos y calificados y suelen estar controlados en toda la sociedad menos en este caso, que es él el que lo controla absolutamente todo.
Cómo es posible que en pleno siglo XXI puedan pasar estas cosas, muy sencillo: cuando se tiene todo el poder y de ese poder dependen ejércitos de estómagos agradecidos que a su vez, están dispuestos a “morir matando” para defender la anomalía como la norma más normal.

Cuando se dan todas esas circunstancias te encuentras en un auténtico callejón sin un resquicio de salida, la verdad es que te preguntas que puedes hacer si todo está en contra de la verdad y además de toda lógica.

Hay casos como éste en nuestra historia, que han sido resueltos, pero a distintos precios, algunos bastante caros por cierto.

Pongo final a ese comentario diciendo: que todo tiene solución y que además no hay mal que cien años dure y añado ni cuerpo que lo resista.

Como comprenderán, he escrito sólo una pincelada de un tema muy interesante y profundo ya que dicho tema está afectando a las vidas humanas y a la economía. Como fuente de esas vidas y que ambas circunstancias son vitalmente importantes para dejarlas en manos de auténticos demagogos que les importa una higa las colas del hambre y lo que es peor como consecuencias, las vidas de las personas.
¿Es que la ceguera demagógica llega a estos grados de podredumbre con las personas? Que a fin de cuentas representamos la inteligencia, lo divino y por supuesto lo humano. ¿Tenemos derecho a ser conducidos por los MEJORES?

Estas dos preguntas las deberíamos hacer como la máxima reflexión para ver quién nos las contesta.

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