EL CORONAVIRUS

Nadie se sacrifica por nadie, salvo que sean los suyos, y en otra excepción, cuando se producen catástrofes naturales y provocadas como son las guerras, ante estas circunstancias hay menos espacio para el egoísmo individual, aunque los indeseables nunca faltaran. Entonces se desarrolla el instinto colectivo de conservación y las gentes se suelen agarrar a lo único que les queda a las otras gentes que están pasando por el mismo trance.

            Esto no deja de ser una solidaridad obligada a las circunstancias ya que en esos momento no hay nada mejor donde encontrar ayuda.

            Hay que admitir que la solidaridad siempre será buena en cualquier circunstancia venga de donde venga. Ésta es una de las caras de la moneda que como todo el mundo sabe las monedas tienen dos caras.

            La otra cara es por supuesto la de la insolidaridad.

            Hay que entender también que a nivel individual todas las personas pongan en marcha su instinto de conservación sobre todo en determinadas circunstancias. Porque este instinto me atrevo a decir, es el más fuerte de todos los que pueda tener cualquier ser humano de todas las razas religiosas y de continentes, en definitiva, de todo el mundo mundial.

            Hechas estas aclaraciones hablaremos del Coronavirus pero no de manera científica ni sanitaria – ya me gustaría- pero no tengo ningún conocimiento para ello.

            Lo que sí digo es que aquí se está dando esa insolidaridad de la otra cara de la moneda, a la cual me refería anteriormente.

            Empezaremos a desconfiar de todo el mundo y nos entrará el pánico en nuestro cuerpo y lo que es más grave, que roben las mascarillas en los hospitales para venderlas de manera no especulativa sino en forma de atraco.

            Estas gentes que se prestan a semejante delito jugando con el desconocimiento y el miedo de las personas, no sólo se tienen que enfrentar a la justicia, sino que también a las gentes sencillas y para que le vean las caras a ver si se les cae la cara de vergüenza.

            De los poderes públicos mejor no decir nada ya que ellos están en otras cosas.

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