Entonces consecuentemente, después del día espléndido que Crispín había gozado con sus semejantes de aquel pueblo, llego como he dicho la noche y se retiraron todos a descansar, pues al día siguiente, como todos los transcurridos, había que hacer de nuevo las labores, unos días unas y otros días otras y algunas irremediablemente todos los días. Pero él como era invitado no tenía la misma obligación que los demás y en la medida en que pasaba el tiempo y pensaba, le iban apareciendo alguna que otra reflexión, fue así como llego a lo siguiente: que quizás la clave de todo podría estar precisamente en la dimensión, pues si él había llegado en su personal pretensión a que el ser es sustancialmente inconsciente, pues razón de más para que este mismo ser cuando se encontró a través del conocimiento con la Dimensión le serviría para una profunda reflexión de sí mismo y no al revés, que como ya se ha dicho emprendió el camino inverso y se fue desbocando hasta llegar a la extenuación. Lo único que le podía consolar en ese estado de incomprensión y de desolación era su profunda humildad que le llevaba a una tranquila resignación, ya que pensaba que todo lo que le ocurría a él y le pudiera ocurrir a otros seres y porqué no a todos los seres, fuese la gran prueba que tenemos encomendada en esta vida.
Crispín hablaba y hablaba pero no me decía cual fue ése maravilloso espectáculo que dio origen a este su relato y entonces no tuve más remedio que preguntarle, y él se quedó pensativo durante unos momentos sin decir nada, me aclaró después de describírmelo que no era fácil, o mejor dicho, no lo quería hacer fácil. También me aclaró que la denominación de espectáculo provenía de su vida en el circo, pues aunque esa era otra historia, Crispín, su vida la había dedicado al circo, de ahí lo de maravilloso espectáculo. Aquel espectáculo, como aclaró Crispín, no fue de contemplar su naturaleza.
Con esto concluyó su relato Crispín de aquella limpia, serena e intensa noche.
La verdad es que nos adentramos o lo que es lo mismo, que no lo es, pero siempre pretendemos adentrarnos en la complejidad sin tan siquiera realizar el más mínimo esfuerzo en lo fácil, lo simple o lo próximo.
Esta cuestión que planteo no deja de ser una cosa compleja, muy compleja, pienso, pero voy a intentar de tratarla o razonarla y por tanto, tengo que hacerlo de una manera fácil, simple y próxima, al menos esta va a ser mi compromiso.
Antes de seguir tendré que aclararme el porqué me he metido en este galimatías y decir también que en este momento no tengo ni la más remota idea de cómo voy a salir, aunque tenga el compromiso de hacerlo, así, mi propio compromiso. Entonces el porqué es el siguiente: resulta que el ´último domingo que tuve la oportunidad de asistir a un centro bíblico, denominación usada por una de las muchas iglesias protestantes o evangélicas, según quien las denomina, este centro o esta iglesia está ubicada próxima a donde vivo, o mejor dicho resido, porque vivir, viviré, se vive en muchos sitios a veces, pero otras en ninguno.
Yo asisto con alguna frecuencia y sobre todo algún domingo a este de ahora en adelante centro, allí se imparten enseñanzas sobre la palabra a través de la Biblia. Mi intención sobre lo que digo a continuación es poner no ya el mayor énfasis, sino tratar de poner toda la fuerza que hay en mí y que me ha sido dada.