Dado a esto que digo un cierto rigor, al menos por mi parte, digo, que si algo es nuestro y además de una forma intransferible, es la voluntad. Al menos es intransferible esto, podría decir, si pudiera o pudiese con toda certeza, entonces y como consecuencia se desprende que la capacidad que hay en mí y que una vez más repito, me ha sido dad y añado, que no me voy a cansar de repetirlo y lo hago no por la simpleza en este caso, sino para que nunca se me olvide que sólo soy administrador de ella, valga el pronombre y el género en este caso.
Pero como administro y está en “mí” la capacidad por supuesto que el único medio, a mi entender, que tengo, es mi voluntad. De esta voluntad nace el cómo, es decir, nacen los distintos caminos para llegar a uno u otro determinado lugar y como en esta parte del escrito lo que da motivo a ello es la indiferencia, para mí, este es uno de esos caminos que nacen de la voluntad.
Antes de concluir el terna sobre la indiferencia, deseo exponer el resto de esos grandes caminos que nacen en la voluntad, para mi serían o son cuatro al decir: el sentimiento y la sensibilidad de un lado, y de otro la indiferencia y la insensibilidad. De estos cuatro caminos nacen a su vez infinidad de ramificaciones, bifurcaciones y hasta circunvalaciones y que son recorridos de acuerdo a la voluntad, de aquí aquello que se dijo “escogió su propio camino”.
A modo de aclaración final y conclusión diré, si la capacidad me lo permite, pues tengo esa voluntad para decir, que la voluntad o el deseo como sinónimo, está al alcance de todos mientras que la capacidad hay que hacerse merecedor de ella.