Día del orgullo ¿pero de qué orgullo se trata? Se trata del orgullo de ser persona como todas las que hemos nacido a través de los tiempos, las que nacen actualmente o las que nacerán en el futuro.
Mientras este hecho sea un acto tan natural como que estamos aquí vivitos y coleando. Una vez dicho esto, a continuación digo: nadie absolutamente nadie ni hombre ni mujer pueden ni deben imponer su criterio el uno a la otra ni la otra al uno.
El reduccionismo es cómodo pero es letal, es decir, que para que la mujer sea buena el hombre ha de ser inevitablemente malo. Y no digamos si entramos en el campo ideológico, ahí ya cualquier razonamiento de que el hombre es también un ser humano y que ha venido a este mundo sin saber si iba a ser mujer o hombre. Es decir que estaba predestinado a ser malo si era hombre y a ser buena si era mujer.
Pienso que esto no es tan simple que hay que analizarlo con más profundidad ya que se trata de seres humanos y que tanto mujeres como hombres cuando vienen al mundo tienen una larga vida por delante y lo más seguro es que no sea todo lo fácil que se desearía que fuese.
En consecuencia, deberíamos razonar y aportar que todos somos iguales, para aprovechar todas las oportunidades que es destino nos brinde y así éste, más a unos que a otros, no sea por ser mujer o hombre sino porque haya sido dotado o dotada de una mayor inteligencia, y ésta pueda revertir al servicio de todas y todos los demás.
El hombre y la mujer no somos enemigos, somos la raza humana. Y estamos obligados a querernos, pero si no es posible, al menos a comprendernos y a respetarnos.