De esta persona, cuyo nombre no voy a mencionar, solo puedo decir que soporta una situación tan extrema que resulta muy difícil de definir. Es tan singular en el sentido más horroroso que pueda sufrir un ser humano.
 
De ahí lo de “ROBOT”, porque debería ser imposible que un manual de resistencia alcanzara para tanto. Lo grave es que ese manual parece haberse quedado arrinconado y se están utilizando otros métodos para resistir esa actitud tan terrible.
 
En estos momentos esta persona es digna de lástima, ya que se ve obligada a resistir contra viento y marea, recurriendo a recursos que no figuran en ningún manual de resistencia —que, desde luego, yo no conozco—.
 
Lo único que puedo añadir es que, en una de las instantáneas emitidas por televisión, se apreciaba lo hundidos que tenía los pómulos de la cara, y francamente eso no puede ser una buena señal. Aunque debo aclarar que no soy médico ni especialista en salud, solo alguien que junta letras.
 
El poder, en sí mismo, puede convertirse en una enfermedad. Y cuando se llega a extremos radicales, esa enfermedad puede volverse incontrolable, arrastrando a la persona a un estado del que ya no hay salida, avanzando sin fin. Una situación así no hay ser humano que la soporte. De ahí lo de “ROBOT”: porque para ellos sí hay remedios, pues son sobrehumanos.
 
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