A través del hermano de Casimiro Zapata, que trabajaba en el Instituto Nacional de Previsión, se enteró que su jefe tenía un piso vacío en el Paseo de la Chopera y que quería alquilarlo. Entonces Casimiro me lo cuenta y voy a verlo. El Sr. Propietario del piso me dice que lo alquilaba por 2.500 pesetas de 1960 y como mis referencias eran buenas, pues trabajaba con el hermano de un subordinado suyo, me dijo tranquilamente que podía llamar a mi familia, que el piso era para nosotros.
Vinieron mis padres, mis hermanas Carmela, Leli y Pili. Mi hermano Eduardo siempre se libraba de todo pues hacia meses que se había ido a la mili nada menos que al Aaiún (Marruecos)
Cuando ya estábamos todos aquí y de haber hecho un ilusionado viaje nos encontramos con una morrocotuda “sorpresa” de que dice el dueño que no puede alquilar en ansiado piso por nuestra parte y esta infame noticia nos la hace llegar a través del hermano de Casimiro Zapata, mi segundo encargado en la cervecería. Menudo disgusto se llevó él también ya que me había tomado mucho aprecio e incluso había conocido a mi familia. El dueño del piso vivía en la calle General Yagüe y allí nos plantamos todos, mis padres, mis hermanas y yo.
Este señor nos dijo que el piso no lo podía alquilar a nadie, ya que era de protección oficial y que estaba totalmente prohibido hacerlo, y que lo sentía de veras. Total, que la decepción fue de “órdago” a la grande, sobre todo mi madre, que aunque ella no lloraba por mantener el tipo de los demás, la procesión iba por dentro.