De Vicente Martín y Casimiro Zapata los dejo para otro capítulo, pues tienen propios argumentos y no quiero aviarlo con una simple semblanza. Entonces lo remato con algo que tuvo su enjundia e importancia. Esta cervecería estaba lindando con unas cocheras-taller de tranvías y todos los días sin faltar uno, menos los domingos, iban los mecánicos que podían ser seis u ocho mas o menos y todos los días se marchaban sin pagar dos o tres rondas por lo menos. Pero como eran tan amigos de Vicente Martín, pues aquello era una cosa normal, cuando se iban uno decía cóbrame tanto y otros decían igual, y así día tras día hasta que me monté una estrategia que me dio resultado.
Aclaro que sólo tenía 16 años y era el último que había llegado. Entonces yo estuve pendiente en el fondo de la barra a la derecha, empezaron como siempre ronda tras ronda y yo iba sirviendo de acuerdo a lo que ellos me demandaban. ¿Qué hice?, tuve la precaución de que cada ronda que pedían les ponía un aperitivo distinto y cuando se marchaban empezaron con su sistema de pago. Yo dije que se debe tanto y se quedaron perplejos diciendo que no podía ser. Vicente Martín no es que estuviera de parte de los clientes, pero yo tan joven y con dos o tres meses en la casa, pues tenía dudas.
Entonces fui preguntando todas las clases de aperitivos invitamos a sus allegados y amigos a poder leer los contenidos de esta página. Gracias