Estas tristes circunstancias que estamos pasando y sufriendo con el coronavirus deberían hacernos reflexionar, que por mucho que hayamos progresado y alcanzado esta era digital con inteligencia artificial, realidad virtual, computación cuántica y otros muchos inventos que nos hacen una vida muy “feliz”. Hay que recordar que también toda esa tecnología no ha servido para hacernos menos vulnerables, sino todo lo contrario.
Ya que estamos comprobando y padeciendo que se vuelven en contra de nosotros, como explicaré en su momento, pero por supuesto no se trata de no reconocer todas las ventajas que nos han traído todas estas técnicas.
Claro que la facilidad y la rapidez con que viajan los virus en esta era digital es muchísimo superior a la que viajaban las pandemias en la Edad Media -donde los transportes eran a lo sumo de tracción animal y ahora pueden ser a la velocidad del sonido-.
Desde otro punto de vista muy importante, también está el mundo de la ciencia que ha ido venciendo los virus que han ido apareciendo en los últimos siglos.
Hay que tener en cuenta asímismo la sanidad y la higiene que están a años luz de la que había en la era oscura de aquellos tiempos.
Pero en lo que no ha cambiado nada es en la vulnerabilidad del ser humano aunque paradójicamente me atrevo a decir que ahora lo es más. Pero creo que está justificado pues llevamos cuatro o cinco generaciones disfrutando, de un nivel de vida sobre todo en los países desarrollados, que ha permitido a los habitantes de todas esas grandes zonas que hayan vivido tranquilos porque “papá” Estado les haya resuelto todos los problemas hasta el llamado de ocio, cosa que es estupenda sobre todo para los mayores en los cuales me encuentro. Ojalá de todo este nivel de vida gozarán todos los habitantes de esta nuestra tierra.
Centrando de nuevo el problema que nos está ocupando o preocupando, la única solución que veo, es que tenemos que confiar en la ciencia, y en nuestro propio comportamiento, haciendo lo que nos dicen las personas con el suficiente conocimiento y la responsabilidad de todos nosotros para que no caigamos en la desesperación del pánico.
Por último mi más profundo reconocimiento a todas las personas que en estos momentos se están ocupando de solucionar este problema y que son tantas que no puedo mencionarlas, pero lo que sí puedo y quiero es darles las gracias en mi nombre y en el de toda mi familia. Gracias, Gracias.