Gotas de sangre derramadas
afloran en su faz desnuda
siente el frescor de la mañana
después del calor de todo el día.
El corazón se aprieta
conteniendo la alegría
de ver las ansías repletas
en tranquila armonía.
Ya no tenía angustia
ya no dolía el alma
ya todo es más calmo
ya aún respiraba.
Aquello fue mucho
daño sus entrañas
seguía viviendo
un hilo quedaba
Pensaba y pensaba
que a nadie importaba
pero un alma buena
lo recompensaba.
Aquellos dos almas
que juntos moraban
fueron para siempre
la cruz y la cara.