La dignidad

Cuando una persona pronostica y justifica que ese pronóstico sería un desastre a nivel de Estado y lo hace de manera solemne. En principio hay que agradecerle su preocupación ya que en ese momento está mirando por nuestro bienestar, hasta aquí todo normal en una persona que su principal función es velar por todos nosotros, para que nuestras vidas sean lo más agradables posible.
 
            Pero que es lo que pasa si esta persona en menos de una decena de días hace todo lo contrario de lo que ha dicho que no haría por el bien de su gobierno. Además sin dar un mínimo de explicación como si no hubiera pasado absolutamente nada y todas las personas que vimos ese canal de televisión, cuando esta persona hizo esas declaraciones, no vimos ni oímos nada, sino que en este caso fue una ensoñación, eso si también en este caso de forma colectiva dicha ensoñación.
 
            ¿Por qué nos toma este buen señor a la mayoría de ciudadanos incluidos a los suyos? Esto como todos los atropellos que ha hecho a la verdad es posible que nunca los reconozca y eso dice muy poco bueno de una persona que así se comporta.
 
            Tendremos que estar ojo avizor para las decisiones que este señor tome sean correctas y no vayan en nuestra contra y nuestros intereses.
 
            No cabe duda de que estamos ante un ser excepcional pues Dios le ha dotado de un cuerpo hermoso un rostro agraciado y un verbo que puede vender la moto y el burro cojo en el mismo lote. Eso no cabe duda también es un “arte”. Lo que no se puede es recomendar a ningún amigo, que le compre un coche de segunda mano.
 
            Y no hablemos de su planta que daría perfectamente la de un tipo que recuerda a John Wayne, salido de una película del Oeste con sus característicos andares. Claro que también, en otro orden de cosas, a quien recuerda salido de otra película es a Pinocho, aunque salvando todas las distancias ya que Pinocho es un personaje de cuento encantador por cierto.
 
            Hoy he tenido la oportunidad de ver y oír el debate en el Parlamento Nacional -por cierto parecía un cuartel robado- y lo primero que voy a decir es que he sentido vergüenza ajena al ver a mi presidente, darme pena por el desprecio que hacía a su principal opositor cuando lo que hacia éste era ofrecerle todo su apoyo. Y en vez de mirarle y escucharle con la misma atención que recibió en su intervención, se dedicó a meter la cabeza sobre el ala con su rotulador rojo haciendo como que corregía algo pero sus gentos le delataban.
 
            También me da pena que esta circunstancia haya pasado desapercibida para la prensa de la radio y que no hayan dado importancia que todo un Presidente del Gobierno de España haya adoptado una postura tan pueril y tan poco caballeresca como adoptó en el pleno vacío, con su rotulador rojo.
 

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