Fue aquella ventana
que vieron pasar los días
en que el laberinto estaba.
La nieve aposentada
encubría la salida
a un alma atormentada.
Las briznas de consuelo
a su pecho llegaba
de aquel suyo sendero.
Debajo de aquel hielo
la tierra se impregnaba
con fuerza en el anhelo.
Ya no se ve lo blanco
ya todo es más sereno
ya apuntan los colores
de verdes están más llenos.