Ayer día seis de septiembre tuve la paciencia como ciudadano adulto que soy -vaya si soy adulto pues acabo de cumplir ochenta- de cumplir con mi deber y estar lo mejor informado posible sobre quien nos gobierna, y por supuesto también de quien es posible que antes que después nos llegue a gobernar.

En ese debate celebrado en el Senado presidido no por un «Presidente» sino por un socialista dogmático que no dejó al Sr. Feijóo exponer sus propuestas y rebatir todas las mentiras y los improperios que el «Sr.» Sánchez volcó a todos los españoles en la persona del Sr. Feijóo, el cual en el poco tiempo que le dejó ese «Presidente» ya descrito, sentó al Sr. Sánchez en su escaño correspondiente.

Es ahí en ese escaño donde nuestro «Presidente» se mostró como lo que es -tengo la costumbre, no en éste caso, sino de siempre, el quitarle el sonido a la televisión cuando habla este individuo -como una persona que carece de todo pudor y para asumir su cabreo y malestar se dedica a hacer muecas y reírse mientras su oponente está en el uso de la palabra y el lenguaje corporal pone al descubierto la clase de persona que es cada uno.

¡Vaya!, dos Presidentes el del Gobierno y el del Senado que se podrían vender los dos por el precio de uno y además pedir rebaja.

El Sr. Feijóo hizo un discurso serio positivo y lleno de sustancias prácticas que es lo que está necesitando España con lo que está cayendo y lo que puede caer, y usó un lenguaje muy lineal sin enseñar todas las armas, eso sí, mostrando sólo lo que podía mostrar. Ya que tenía enfrente gente sin imaginación que están acostumbrados a copiarlo absolutamente todo, copiarían hasta las guías de teléfono si ahora se editaran.

Lo que me atrajo del Sr. Feijóo fue sus dotes para la ironía, porque eso demuestra que usa la inteligencia que le ha sido dada como a todos los seres humanos. La pena es que una buena parte de esos seres humanos la usamos poco, como les pasa a esos dos «Presidentes» a los cuales me he referido en este escrito.

Sr. Feijóo ha estado usted como un auténtico CABALLERO, teniendo en cuenta las circunstancias que se daban ante un Presidente gafe y embustero, y un fanático sectario, moderando el debate, que si eso era moderar, yo he escrito «el Quijote»

ESTOS SEÑORES DEL GOBIERNO CONFUNDEN LA INTELIGENCIA CON LA MALIGNIDAD.

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