Para la inmensa mayoría de las personas que como un servidor no tienen ninguna preparación jurídica, le dicen que una sentencia firme puede durar más de diez años y se dan las circunstancias que los tribunales que han considerado justa esa sentencia, no tienen la suficiente autoridad para hacerla ejecutar.
Luego entonces la justicia como tal, lo que hace es enredar y aquello que es la verdad evidencial, la marean, la llevan para arriba y para abajo, y además la meten en una coctelera la mueven para que cuando salga del meneíto -como dijo ALFONSO GUERRA no la conozca ni la madre que la parió-.
Después de todo ese devenir, no acaba ahí el asunto, pues a esa verdad maltrecha le queda el interminable laberinto, total que entra una verdad en un Tribunal de máxima instancia y sale una mentira piadosa. O sea que ya lo dijo el alcalde de Jerez.
Comprendo que no debe de ser una tarea fácil el juzgar a otros seres humanos pero según tengo entendido la justicia está para distinguir el bien del mal, esto que a simple vista está clarísimo parece ser que es el propio sistema judicial quien lo pervierte.
Aunque hay que comprender también que el sistema en sí necesita de mucho tiempo para aclarar eso -un neófito como el que suscribe- la diferencia que hay entre el BIEN y el MAL. Otro detalle muy importante que el propio sistema necesita de mucho tiempo, para poder elaborar sentencias de miles de folios para distinguir ese MAL del BIEN.
La justicia ni legisla ni ejecuta, solo interpreta, aplica las leyes y por encima de sus sentencias está siempre la conveniencia de los Gobiernos.
Ahora la justicia, como todo, se ha sofisticado, y curiosamente todo lo que se sofistica se complica. Antes lo más común eran los juicios por el robo de gallinas, todo era más fácil.
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La primera, para ayudar a unos niños que, por desgracia, padecen CANCER.
La segunda, tener un libro de Mil Y UNA REFLEXIONES, que aunque no sea alta FILOSOFÍA, sí es la filosofía de la vida, que nos está tocando vivir, en estos tiempos de enorme competencia.
