Hace falta ser insensato para decir que la normalidad es nueva, y hace falta ser más ignorante todavía para decir que se ha vencido al virus y que te puedes ir de botellón cuanto y como quieras.
Lo que es nuevo, es la anormalidad que precisamente estamos sufriendo en España donde la democracia la estamos padeciendo en vez de disfrutarla.
No hace falta decir que una democracia es un sistema político donde los gobernados, hayan votado lo que hayan votado, se sientan seguros de que el Gobierno que esté en el poder, con sus correspondientes escaños en el Parlamento, les va a decir a sus diputados que las leyes que elaboren deberán ser siempre beneficiosas a todos los ciudadanos y no solo a una parte de ellos.
En una democracia normal el propio Gobierno debería consensuar todas las leyes que envía a sus parlamentarios para su tramitación, lo debería también hacer con la oposición, y si me apuran debería tener en cuenta a las minorías. De esa forma nadie se podría quejar de una democracia realmente participativa y UTÓPICA.
Así pues toda la Cámara estaría representada en todas las leyes que saliesen del Parlamento y nadie tendría nada que reprochar a nadie.
Siguiendo con la UTOPÍA eso sería una auténtica democracia participativa ya que lo que tenemos en estos momentos, es una democracia del “TRAGALA” y así nos va, ya que no hay persona ni colectivo que estén, ya no satisfechos ni contentos, sino todo lo contrario, porque han perdido toda ilusión y esperanza en tener cubiertas todas las necesidades que son básicas, y que es lo mínimo que hay que exigirles a nuestros políticos en el poder y si no, decirles: lo que una dama le dijo a un desahogado en el METRO DE MADRID (sin comentarios).
En resumidas cuentas, no se puede gobernar para perjudicar a los que no te hayan votado, ni puedes beneficiar a los que sí, ya que todos, tanto unos como otros tienen los mismos derechos.
Cuando los candidatos en campaña se les llena la boca de Democracia, que se acuerden de lo que acabo de decir, ya que si son buenas personas lo agradecerán y sino; ¡allá ustedes con sus conciencias!