Que nadie confunda estos tres conceptos unos con otros, no, son tres cosas completamente distintas.
Empezaremos por la Ley la cual hacemos los hombres y ahora las mujeres también -ya que están integradas en los parlamentos como cualquier hombre que haya sido votado para ello- en definitiva, que las leyes las “fabrican” no máquinas sino seres humanos.
Los seres humanos tienen por desgracia más fallos que las máquinas, ya que a éstas se las puede programar y controlar para que sus tareas a realizar sean totalmente perfectas pero las personas, cada una con sus ideologías, sus sentimientos y todo lo demás es imposible de plasmar en blanco y negro.
De todas esas circunstancias, nacen las leyes que nos dan los políticos y las políticas que actúan “siempre” mirando a sus conveniencias, y si no es así no sirven para políticos ya que lo único que les interesa de nosotros es nuestro VOTO.
Siguiendo con las leyes, éstas se hacen y se “fabrican” en los talleres del parlamento, y que casualidad, salen de una manera que no las pueda interpretar ningún cristiano, ya que son múltiples interpretaciones las que se pueden hacer de ellas, eso tiene una finalidad, que en mi próxima exposición trataré de dar luz.
El derecho; éste es el campo donde juegan los llamados letrados y que conocemos como abogados.
Estos señores cuando terminan su carrera de derecho y desean ejercer la profesión de abogado, lo primero que hacen es buscar un bufete con la suficiente experiencia y allí encontrar la forma no solo de aprender leyes sino de aprender también a cómo usarlas, ya que las leyes son de múltiples aplicaciones y lo mismo sirven para condenar que para liberar, depende del letrado que las use y de los intereses del mismo.
Para ser más ilustrativo pondré el ejemplo siguiente: dos personas, una un malhechor y otra completamente inocente pero el primero entra en un bufete de abogados que le defienden ante la justicia y le libran de toda pena, y en cambio el segundo, no puede acceder a ese gran bufete, y tiene que recurrir al letrado de oficio y por supuesto que “pasa las de CAIN” hasta que aclaran su inocencia (si no es condenado).
Queda hablar de la JUSTICIA con mayúsculas, ¿es posible que con las mismas leyes pueda haber interpretaciones distintas y aplicar distintos criterios? Y en consecuencia también distintas penas si los hechos que se juzgan son los mismos- claro unos juicios son con venda y otros a venda quitada-.
No digo como el exalcalde de Jerez, Sr. Pacheco, que la justicia es un cachondeo, pero lo que sí digo es que hay un fallo en su origen, y éste es en la elaboración de las leyes que han de ser meridianamente claras sin ninguna posibilidad de que haya más de una interpretación, tanto para los letrados como para los jueces. Ya me imagino que todas las personas que intervienen en la justicia, legisladores, abogados, letrados y sobre todo los jueces y magistrados están lo suficientemente preparados para distinguir el MAL del BIEN.
Comprendo que quien lea este escrito, sobre todo si es persona del mundo de la justicia, diga que es una simplificación de dicho mundo, pero no podemos olvidar de dónde venimos.
Antes, la justicia la aplicaban los mayores que habían demostrado ser justos y esa era la mayor de las garantías.
Ahora la justicia no es de garantía, es garantista y de esa forma las personas que viven de ella, recurren a todos los recovecos para salvar a su defendido aunque éste sea culpable.
También pueden usar los mismos métodos los fiscales para condenar a un inocente.
Por supuesto que esos casos en la antigüedad no pasaban, porque la justicia estaba basada en la VERDAD EVIDENCIAL.
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La segunda, tener un libro de Mil Y UNA REFLEXIONES, que aunque no sea alta FILOSOFÍA, sí es la filosofía de la vida, que nos está tocando vivir, en estos tiempos de enorme competencia.