Ante la actitud de nuestros jóvenes y no tan jóvenes en estos momentos en que la pandemia aún es muy virulenta, y ellos siguen mirando para otro lado como si no fuera con ellos, estando de fiestorro en fiestorro con el alcohol y la música a todo decibelio. Esa es toda la felicidad que obtiene el relativismo rampante.
Tampoco se trata de vivir como en los tiempos Romanos en que toda la juventud no tenía otra ocupación que el estar a las órdenes del Emperador de turno, en algunas de las muchas guerras que estaban siempre en activo.
Entre estas dos situaciones no hay ni tan siquiera un término medio, pero lo expongo para que nuestra juventud recapacite y reflexione de que no es el momento aún de echar las campanas al vuelo y son ellos los que deben colaborar para que esas campanas puedan volar una vez que hayamos exterminado el maldito virus.
Pienso en que ese comportamiento anormal que tiene la juventud y algunos no tan jóvenes, es por causa de una no real información, con lo cual ellos no son conscientes del peligro que corren y del peligro que hacen correr a los demás, sobre todo a personas que no están en su mundo.
¿Cómo se podría corregir esta anormalidad? Se me ocurre lo siguiente: equipar unos vehículos ligeros a ser posible con pantallas donde reprodujeran en tiempo real lo que ocurre en hospitales, al mismo tiempo que fuese narrando en audio, todo esto, utilizando los mismos decibelios que suelen usar ellos. Si la imagen no fuera posible utilizar habría que intentarlo solo con audio.
Si estos métodos no dieran resultados habría que encomendarse al Altísimo ya que los medios de seguridad existentes no les es posible atajarlos. Así que el recurso de crear conciencia es el único que nos queda. Usémoslos.
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