LA FE, LAS CREENCIAS Y LA RAZÓN

En este triángulo se mueven todas las religiones y hay otra circunstancia que incide en ese triángulo como es el fanatismo.

Todas las religiones como tales son, a mi entender, beneficiosas para los seres humanos ya que están basadas en el amor y en la caridad, en definitiva predican el bien y condenan el mal. Esto es al menos lo que un servidor ha recibido en la comunión que profeso, que es la CRISTIANA.

Hasta aquí todo normal ya que pienso que todas las personas que profesan otras religiones de buena fe se comportan respetando la doctrina correspondiente a su deseada comunión, con lo cual no hay diferencia en los comportamientos de profesar una religión o cualquier otra.

¿Dónde está la diferencia? La diferencia está en el fanatismo ya que cuando entra en cualquiera de ellas y la esparce entre sus fieles, puede llegar a que éstos se comporten tan ciegamente que ni tan siquiera respeten la vida de sus semejantes. De ese fanatismo no se libra ni se ha librado ninguna de las religiones existentes.

Pienso que lo expuesto hasta aquí es suficiente pero deseo escribir sobre una biografía de BENEDICTO XVI que estoy terminando de leer, y que a través de su lectura he interpretado cosas muy interesantes de la Iglesia Católica que aparte de la fe como argumento primordial también tiene en cuenta, pero muy en cuenta, la Razón. Para mí la razón forma parte de nuestra conciencia, que realmente no es nuestra sino que nos ha sido dada para administrarla, y es ahí donde se manifiesta la razón en esa administración, porque todo en la vida tiene que tener su razón de ser y para ello has de tener muy clarito lo que es de manera evidencial, y lo que no es también, de la misma manera de acuerdo a nuestras capacidades, lo demás hay que concederlo a lo que te han transmitido y sobre todo a la fe de cada uno.

A continuación citaré algunos pequeños extractos del libro de la biografía del Papa Benedicto XVI. Se nos pedirán cuentas por nuestros esfuerzos no por los resultados P-303, para Benedicto no era posible separar el hambre de pan del hambre espiritual -no solo de pan vive la persona- P-386; Jesús así lo expresó con el milagro del pan y los peces.

El diálogo entre la fe, la cultura y la palabra P-432, también en esta misma página dice el Papa: Si Él no se revela nosotros no llegaremos hasta Él.

La fe se propone pero no se impone P433.

En consecuencia no es posible alimentar el espíritu sin alimentar el cuerpo. Sí es posible alimentar el cuerpo sin alimentar el espíritu, pero no es recomendable esto último ya que somos cuerpo y alma.
Afortunadamente la Iglesia Católica abandonó para siempre el fanatismo y está muy centrada en ayudar a los más débiles y vulnerables, de tal forma que su labor es encomiable, pues están conjugando con este proceder, el alimento corporal y el espiritual.

Reconociendo que hoy la Iglesia se ha deshecho del fanatismo, pero aún está purgando otros pecados como es el de la carne y que es también más difícil de erradicar, porque los deseos se apoyan en la debilidad y cuando esto pasa a cualquier persona sea o no sacerdote, lo pasa mal por no poderlo controlar.

Después de haber llegado hasta aquí, me atrevo a opinar de manera muy personal y también después de haber leído la biografía ya citada: Entiendo de las palabras del Papa Benedicto que la Iglesia está conjugando la teología con la razón, lo que conlleva a la Iglesia Católica a usar el diálogo como reconocimiento a las circunstancias que viven todas las personas que profesen la religión católica u otras religiones sin olvidar por supuesto la Palabra de Dios.

A continuación expongo parte de un comentario que hice el verano del año 2000, sobre la Iglesia Parroquia de Navacerrada y que está en consonancia con lo que he tratado de exponer.

Lo más interesante, aparte de asistir para cumplir con el precepto dominical de ir a misa, es como son las misas que imparte D. Pablo, el párroco titular. La misa en sí es básicamente la misma que oímos todos los domingos en nuestra parroquia de San Bruno, mi esposa y yo, pero las homilías, éstas, son muy de D. Pablo y diría que son del siglo XXI porque sin olvidar la esencia del evangelio, lo expresa de tal forma que llegas a comprender el verdadero propósito y sentirte de la verdadera Iglesia de Cristo, con palabras sencillas pero no por ello menos profundas.

Otro aliciente que no deseo pasar por alto, es que en verano la misa es amenizada por una mamá, joven, y sus tres hijos (dos niñas y un hermanito). La mamá, se compaña de su guitarra y tiene la ayuda de su hija mayor con el micrófono. La mamá canta como los ángeles. Que Dios la bendiga a ella y a los suyos. Las homilías de D. Pablo ensanchan el alma.

Incluyo también otro escrito que hice el año siguiente de la iglesia de Navacerrada de forma completa, pero éste es mucho más breve.

Este comentario que voy a hacer sobre la iglesia me lo inspiró por supuesto D. Pablo el párroco titular.
Mi esposa y yo cumplimos todos los domingos con el precepto de asistir a misa como personas de orden y de respeto a nuestra religión católica; hasta aquí todo normal.

Lo que no encuentro normal es que cada domingo se retroceda XX siglos, en los cuales, aunque uno esté bien de imaginación, la verdad es que terminas haciéndote un lio, por archisabido que sea todo lo que dice el celebrante, y no pongo en duda nada de lo que dice, sino que a mí personalmente me gustaría que se fuera más a lo esencial que a lo literal.

Lo esencial sería basarse en la vida que estamos viviendo hoy, con todas las interrogantes y dificultades que tenemos planteadas.

Pienso que ya es difícil el momento presente y lo que es más aún, si tenemos que comportarnos y vivir como lo hacían hace esos XX siglos. Lo que sería maravilloso es que lo esencial de la Palabra la expresaran los sacerdotes para ayudarnos a ser mejores y vivir de una manera menos traumática por las preocupaciones del día a día.

Cuando dijo nuestro Señor: no solo de pan vive el hombre mi interpretación es que dijo que también había que alimentar al cuerpo.

Vuelvo a D. Pablo, en mi apreciación creo que este sacerdote es como si El Espíritu Santo lo hubiese dotado de la sabiduría para hacer las homilías de tal forma que basándose en lo esencial como es la Palabra usa los símiles adecuados, llenos de ternura y realidad que nos hacen comprender lo esencial, como he dicho pero en pleno siglo XXI.

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