La iglesia en Navacerrada está situada en lo más alto del pueblo, y se llega a ella a través de varias calles, todas por supuesto en cuesta y además están adoquinadas, por ser este el pavimento más idóneo en los pueblos de sierra. La verdad es que se agradece llegar hasta ella pues curiosamente la iglesia está enclavada en una pequeña explanada perfecta lo que supone un respiro sobre todo a personas mayores como es nuestro caso. El interior del templo es muy digno, no goza de demasiadas imaginería y su retablo también es muy austero, pero en su conjunto, como he dicho, todo resulta muy digno.
Observo que para la temporada de verano resulta un poco pequeña de ahí que la hayan complementado con una especie de soportal, para albergar a todos los posibles fieles.
Lo más interesante, aparte de asistir para cumplir con el precepto dominical de ir a oír misa, es como son las misas que imparte D. Pablo el párroco titular. La misa en si es básicamente la misma que oímos todos los domingos en nuestra parroquia, pero las homilías, estas son muy de D. Pablo y diría que son del siglo XXI porque sin olvidar la esencia del evangelio, lo expresa de tal forma que llegas a comprender el verdadero propósito y sentirte de la verdadera iglesia de CRISTO, con palabras sencillas pero no por ello menos profundas.
Otro aliciente que no deseo pasar por alto, es que, en verano la misa es amenizada por una mamá joven y sus tres hijos (dos niñas y un hermanito) la mamá, se acompaña de su guitarra y tiene la ayuda de su hija mayor con el micrófono. La mamá canta como los ángeles. Que Dios la bendiga a ella y a los suyos. Las homilías de D. Pablo ensanchan el alma.