Su prudencia, su orgullo y su espíritu de sacrificio le mantenía hasta límites incalculables, ella era así y no la cambió nadie en toda su vida. Seguiré hablando de mi madre, de cuando vivíamos todos en Madrid. Sólo quiero resaltar unas vivencias de aquel verano con la rubita llorona y deliciosa, Pepa. Resultaba […]